Durante décadas, las pruebas de seguridad tanto en la industria automotriz como en la de la aviación han priorizado abrumadoramente los cuerpos masculinos, dejando a las mujeres en un riesgo estadísticamente mayor de sufrir lesiones graves durante los accidentes. Si bien las regulaciones exigen pruebas rigurosas, los estándares se basan casi exclusivamente en maniquíes de prueba de choque masculinos adultos, ignorando diferencias fisiológicas cruciales que impactan los resultados de seguridad para la mitad de la población.
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El estándar centrado en el hombre
Los maniquíes para pruebas de choque, desarrollados por primera vez para aplicaciones militares en 1949, se convirtieron en estándar en la industria automotriz en la década de 1960. El modelo más utilizado, el Hybrid III “hombre medio” (175 cm, 78 kg), sigue siendo el punto de referencia para la certificación de seguridad tanto en automóviles como en aviones. Si bien algunas pruebas de automóviles incluyen un muñeco “pequeño de mujer”, a menudo es una versión reducida del modelo masculino con senos de plástico añadidos, que representa a una niña de 12 años en lugar de una mujer adulta promedio.
Hace sólo tres años, los ingenieros suecos presentaron el primer maniquí diseñado para imitar a una mujer “promedio” (162 cm, 62 kg). Sin embargo, el uso de este modelo más preciso aún no es un requisito legal en ninguna de las industrias.
Por qué las mujeres son más vulnerables
Las mujeres resultan desproporcionadamente lesionadas en accidentes automovilísticos, incluso a baja velocidad. Esto no se debe a una mala conducción; es un defecto de diseño. Las mujeres se sientan más adelante que los hombres debido a las diferentes proporciones de las extremidades, lo que genera resultados más graves cuando los sistemas de seguridad se diseñan teniendo en cuenta la forma masculina. Algunos sistemas de protección de automóviles diseñados para hombres en realidad aumentan la gravedad de las lesiones en las mujeres.
El mismo sesgo masculino existe en la aviación. Todas las pruebas de seguridad de los aviones, incluido el diseño de los asientos y los cinturones de seguridad, se basan en maniquíes masculinos. Las regulaciones en EE.UU. y Europa, que dictan estándares de seguridad globales, requieren maniquíes masculinos para obtener una certificación de resistencia a choques.
La brecha fisiológica
Los hombres poseen un 8% más de masa esquelética y una distribución de masa corporal diferente que las mujeres. Las hormonas femeninas provocan ligamentos más laxos, lo que influye en la estabilidad de las articulaciones. Estas diferencias importan. La menor altura, el ancho de los hombros y la mayor circunferencia de la cadera de las mujeres significan que no se ajustan al diseño masculino “promedio”.
La falta de pruebas específicas para mujeres en la aviación es particularmente preocupante. No hay investigaciones sobre cómo este enfoque centrado en los hombres afecta a las pasajeras o tripulantes. La industria depende de maniquíes masculinos para todas las evaluaciones de seguridad, incluidas las posiciones de apoyo durante los aterrizajes de emergencia.
El camino a seguir
Los estándares actuales se basan en la falsa suposición de que las mujeres son simplemente “hombres más pequeños”. Las diferencias fisiológicas requieren medidas de seguridad personalizadas. Las industrias de la aviación y la automoción deben exigir el uso de maniquíes de pruebas de choque específicos para mujeres y realizar investigaciones exhaustivas sobre los resultados de las lesiones en las mujeres.
Ignorar estas disparidades no sólo es poco ético sino también claramente inseguro. Hasta que las regulaciones se pongan al día con la realidad, la mitad de la población seguirá corriendo un mayor riesgo de sufrir lesiones graves durante los accidentes.
