Recuperar la agencia: un movimiento creciente aboga por la “astinencia”

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El viernes pasado por la noche, una reunión de casi un centenar de personas se reunió en el parque Tompkins Square de la ciudad de Nueva York, compartiendo un espacio iluminado con velas y unidos por un objetivo común: eliminar sus cuentas de redes sociales. Este evento poco convencional, lejos de una típica velada en Manhattan, marcó el lanzamiento de la campaña “Es hora de rechazar”, una iniciativa global encabezada por la Generación Z para promover la “astinencia”: abstenerse de utilizar tecnología diseñada deliberadamente para ser adictiva.

Los límites del “uso intencional”

El creciente deseo de desconectarse pone de relieve una preocupación creciente: que simplemente limitar el uso de las redes sociales no sea suficiente para abordar los efectos de las aplicaciones diseñadas de manera persuasiva. Ha quedado claro que la mera reducción no es la respuesta cuando las plataformas se construyen fundamentalmente sobre la premisa de atraer la atención y el compromiso del usuario. Intentar reducir conscientemente el tiempo dedicado a estas plataformas parece inadecuado frente a los sistemas creados para maximizar el uso.

Una campaña mundial cobra impulso

La reunión en Nueva York sirvió como evento de lanzamiento oficial de “Es hora de negarse”, una campaña que se expandirá internacionalmente con eventos planeados en Kenia, Finlandia, Canadá y varios lugares de los Estados Unidos, incluida Filadelfia. La idea central del movimiento –la austeridad– refleja un creciente escepticismo ante la llamada “economía de la atención”.

La velada estuvo llena de energía cuando los participantes declararon con entusiasmo las cuentas que estaban abandonando, creando una sensación palpable de liberación compartida. Dos de los fundadores de la campaña, Gabriela Nguyen y Nick Plante, fueron coanfitriones del evento y guiaron a los participantes a través de un proceso de reflexión y acción.

Los viajes personales de los fundadores

Gabriela Nguyen, de 24 años, fundó el movimiento “appstinence” después de experimentar de primera mano el impacto de la tecnología en su vida. Al crecer en Silicon Valley, pasó más de una década “crónicamente en línea”, comenzando con un teléfono inteligente a los nueve años y una cuenta de redes sociales a los diez. Ahora trabaja activamente para desaprender los hábitos y perspectivas fomentados por la tecnología adictiva.

Nick Plante, apenas un año mayor, también tuvo problemas con el autocontrol en torno a videojuegos y aplicaciones antes de reconocer el potencial de una forma de vida diferente. Luego de un período desafiante durante la pandemia de COVID-19 y experiencias de trabajo en la industria tecnológica (incluido un rol en marketing de redes sociales), Nick se comprometió a eliminar la tecnología adictiva para priorizar las conexiones en persona. Su trabajo ahora se centra en la promoción, la educación y la organización comunitaria para promover alternativas a la vida basada en las pantallas.

Más allá del último recurso: agencia de reconstrucción

El movimiento considera sus esfuerzos no como una medida desesperada contra las grandes empresas tecnológicas, sino más bien como un paso hacia la recuperación de la agencia y la reconstrucción de vidas. El acto de desconectarse de la tecnología adictiva se considera un primer paso crucial en un proceso más amplio de reconstruir y fomentar la creatividad, fortalecer las conexiones sociales y permitir el desarrollo de herramientas tecnológicas más beneficiosas.

Un llamado a la acción

La necesidad de realizar un evento en persona simplemente para eliminar una cuenta de redes sociales es una clara indicación de la profundidad del problema. El consejo convencional de tomar descansos o simplemente apagar los teléfonos ha demostrado ser eficaz. Una solución más sólida requiere una decisión colectiva de exclusión voluntaria. El espacio creado al desconectarse de las redes sociales ofrecerá la oportunidad de descubrir formas alternativas de conectarse e interactuar con el mundo.

Los fundadores alientan a todos los interesados ​​a participar, ofreciendo recursos y apoyo para quienes buscan desconectarse. Cualquiera puede crear un evento similar, grande o pequeño, para inspirar a otros a actuar.

Dejar la tecnología adictiva es una puerta de entrada. La ley es necesaria para realizar todo el trabajo importante que queda: nos libera para más actos de agencia.

Los fundadores del movimiento enfatizaron que no es necesaria una visión completa del futuro, sólo el compromiso de dar el primer paso. Este movimiento ofrece un ejemplo tangible de cómo las personas pueden recuperar el control de sus vidas y fomentar una relación más saludable con la tecnología.