El creciente descontento dentro de la conferencia republicana, a pesar de tener mayorías en la Cámara, el Senado y la Casa Blanca, está desbordándose. Una fuente clave de esta frustración: El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, con varias congresistas expresando públicamente su preocupación de que sus prioridades estén siendo dejadas de lado.
La situación no se trata sólo de desacuerdos políticos; refleja cuestiones sistémicas más profundas. Algunos legisladores están tan desilusionados que han optado por buscar oportunidades fuera del Congreso, lo que indica una pérdida de fe en la capacidad del liderazgo actual para cumplir las promesas de campaña.
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¿Por qué la reacción violenta?
Las denuncias contra Johnson son multifacéticas. La representante Marjorie Taylor Greene se hace eco de frustraciones similares a las que ha expresado con respecto a Donald Trump, específicamente, la percepción de falta de acción en cuestiones clave como la asequibilidad económica. La representante Elise Stefanik, en una evaluación contundente, cuestionó la competencia estratégica de Johnson y afirmó que duda de que sea reelegido presidente si se celebrara una votación hoy.
La representante Anna Paulina Luna está presionando por una prohibición bipartidista del comercio de acciones, alegando que Johnson hizo promesas de llevarla al pleno, pero ha estancado su progreso. Esto pone de relieve un problema más amplio: la percepción de que los compromisos asumidos a puerta cerrada no se están traduciendo en acciones legislativas.
El comentario de la “Cena de Acción de Gracias” y la dinámica de género
Lo que alimentó el descontento fue el comentario casual de Johnson durante una entrevista en un podcast de que preferiría que la representante Lisa McClain preparara su cena de Acción de Gracias. Si bien la propia McClain presenta una personalidad doméstica, el comentario les pareció a muchos desdeñoso e indicativo de los desafíos sistémicos que enfrentan las mujeres en el liderazgo republicano.
Este incidente, combinado con sentimientos más amplios de ser ignorada, ha provocado una oleada de ira entre las legisladoras. La cuestión central no se trata sólo de desaires individuales, sino de un patrón en el que las mujeres se sienten marginadas y excluidas de los procesos de toma de decisiones.
Una historia de desequilibrio de género en el Partido Republicano
Históricamente, el Partido Republicano ha evitado dar prioridad explícita a las mujeres en las elecciones, argumentando en contra de las “políticas de identidad”. Sin embargo, este enfoque los ha dejado rezagados respecto de los demócratas en cuanto a representación femenina. En los últimos años, ha habido un cambio a medida que el Partido Republicano reconoció que elegir a más mujeres es esencial para ganar escaños clave, particularmente después de las elecciones intermedias de 2018, cuando las mujeres republicanas alcanzaron mínimos históricos en el Congreso.
Elise Stefanik desempeñó un papel clave en este esfuerzo, reclutando y apoyando a candidatas que cambiaron escaños vulnerables en ciclos posteriores. A pesar de este progreso, los republicanos siguen dudando en defender abiertamente el reclutamiento basado en el género, por temor a ser acusados de jugar a la política de identidad. Esta desgana contribuye a la actual disparidad entre las mujeres republicanas y demócratas en el Congreso.
La respuesta de Johnson y la estrecha mayoría
El presidente Johnson ha negado vehementemente cualquier parcialidad, pero aún no ha tomado medidas concretas para abordar las preocupaciones planteadas por las legisladoras. Su posición es precaria: opera con una mayoría muy estrecha, lo que hace que cada voto sea crítico.
Ya enfrenta la oposición de personas de línea dura como Marjorie Taylor Greene y Thomas Massie. Perder más apoyo de su propia conferencia podría poner en peligro su liderazgo. Sin embargo, Johnson parece confiado debido al continuo respaldo de Donald Trump y su capacidad para aprobar leyes importantes, como el reciente proyecto de ley de impuestos.
En última instancia, el futuro de Johnson depende de mantener la unidad del partido y asegurar una mayoría más amplia en las próximas elecciones. La situación actual subraya la creciente tensión entre las prioridades del liderazgo y las demandas de una conferencia republicana diversa y cada vez más vocal.




























